VI
Tiempo, relojes de queso fundido en la espesura, nueva entraña mía, miedo a ser humillado por los otros: ¡Qué quieren de mí, quiero que se vayan!
Aquí no existen barrotes de acero ni limas ni tijeras ni cuchillos chinos, aquí no brota la maldad. Hiedra, por qué asomas, por qué trituras esas migas de esperanza del pobre.
Nada más amanecer llorarán las golondrinas albinegras, voces del mañana te dirán que despiertes tranquilo, ya no habrá nada que hacer. de Desde el volcán - o - VIII
Si hay que perecer en el más difícil todavía será mejor soñar con lo profundo: ¡levantad las manos, habitantes del negro estercolero! Tierra: estallarás en mil pedazos.
Se acercan nebulosas de esmeraldas maldiciendo a los ojos del nublado; ahora teméis hasta a los niños mutilados: ¿qué os pasa por la mente ante la muerte por lapidación?
Vientos como únicos supervivientes de la espada, vientos de justicia arrasando a la carroña hermana, vientos solitarios, serenos, sacros, salidos de la boca de lo eterno. de Desde el volcán - o - XXXI
Te cuento la mentira de ese suelo recién fregado: para mí son pliegues disfrazados, montañas de masilla, mutantes descatalogados, muertos.
Y son setecientos cuarenta y siete cuadrados regulares, todos mármol si nos da por quererlos bien, cariño, pero no me cabe el pie en ninguno.
Ya vuelve la visión torcida y cruda como estiércol cocinado por indios de cuarcita, regresa el suelo limpio a conquistar el control del cerebro.
Sé que es mentira muy de vez en cuando.
de Desde el volcán
- o -
XXXVI
No nos podrán decir que no quisieron perdonar las injusticias, caminos chamuscados por el brillo de la hierba, nubes bajas, sólo negras a un lado, sólo humo, sólo espuma, sólo nada.
de Desde el volcán
LIII
Me llegan los alientos del proyecto de salvaje que corre por la calle: la basura tiene ojos y boca y negras intenciones (no respira).
Mar, asfalto, bolsas blancas de plástico, algo sobra en la visión (las sirenas hacen cola para tirar escamas). Tendrán que perdonarme un momentito
pues he de arrancarme mis bellos ojos (la ofensa a la pupila es inaudita). Nariz: sigue el ejemplo de lo verde y corre a arrojarte al precipicio. de Desde el volcán
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| I Quizá me evada con el viento por un día, extraño ante todos, rebelde ante los sueños y la vida, muerto a tiros de esperanza rota. Nubes lobas a mi espalda, nubes rojas de agonía y de nostalgia amarga, voces que me acusan, verdes ríos que conozco de memoria. Al fin la paz se sienta en mi regazo y me abanica, dulce. Adiós a los amigos con veneno. Adiós al tiempo de letargo. Me evado con el viento. de Evasión
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XII Desde aquel lumínico momento nada importa. Que el mundo sea basura y la gente no respete ya no importa. Que te miren por encima, te repasen y te escupan ya no importa. Que te ignoren los amigos y te humillen ignorantes ya no importa. Todo ya da igual, no hay más que mentiras en la vida, sólo la muerte es verdad y nos iguala. No me daba cuenta, pero hallé los ojos de la muerte en vuestras caras finalmente. Y yo que os suponía vivos… ¡Moriréis! Mejor aún: ¡Ya habéis muerto! de Evasión- o -
XIX De la mano del amor sueño que vuelo y aterrizo, en el cielo, malva, como yo pensaba. Allí pasamos los días saltando y jugando, cantando y bailando, rompiendo el orden antiguamente celeste. ¿Será posible imaginar más alegría? Sí, corremos hacia el mar, eterno, perdido, encontrado, malva hoy en nuestros ojos. Podríamos tener mil experiencias más, pero la noche es corta. De la mano del amor despierto sin tristeza. La vida no es tan diferente a mi mundo imaginario, sólo sobran los demás. de Evasión-o -
XXXV Vuelve a renacer la rabia por los versos perdidos, un dardo repentino que se clava en la diana cardial. ¿Y adónde habrán marchado? Lejos de mí, que los dejé escapar sin escribirlos. Lágrimas por la creación perdida, malgastada, desviada hacia los ríos donde corre todo aquello que no sirve. Yo, que les di nacimiento, les pido perdón por ni siquiera haberles dado sepultura.
de Evasión |